Al igual que en la pintura, todas las fotografías transmiten
unos sentimientos. Hay algunas en la que los sentimientos y la intención del
autor son más que evidentes, y otras en las que son más difusas. Personalmente,
me fascinan aquellas imágenes que ponen los pelos de punta, que transmiten un
escalofrío nada más contemplarlas, y que te trasladan de inmediato al lugar.
Es el caso de esta fotografía, tomada
en el verano de 2013 durante un viaje que realicé a Austria. En ese frío país
centroeuropeo, en el que los Alpes son protagonistas en todo momento, tienen
costumbres muy diferentes a las nuestras. Una de las muchas diferencias, es el
deporte rey. Mientras que en España nos obcecamos en el fútbol, los austríacos
muestran más interés en deportes de nieve, como el salto de esquí. Sin saberlo,
fui a la ciudad reina por excelencia de este deporte: Innsbruck. Allí visité
una de las mejores pistas de salto de todo el mundo. Yo sabía que este deporte
requería mucho valor y liberaba mucha adrenalina, pero desde luego no imaginaba
que lo hacía a tan gran escala. Durante mi visita a la pista, tuve la suerte de
coincidir con dos saltadores profesionales, los cuales estaban entrenando. Los
vi caer a una velocidad espeluznante y aterrizar como aviones una y otra vez.
Todavía se me ponen los pelos de punta.
La imagen está tomada desde lo más alto de la estación, desde
ese lugar que solo esos valientes se atreven a saltar. Al fondo, la ciudad de
Innsbruck, situada en un pequeño pero hermoso valle. En el momento en el que me
alineé con la pista, me di cuenta del valor que debían tener esos chicos para
dejarse caer. Es una sensación increíble verlos abalanzarse sobre la tierra.
Creo que la imagen transmite algo parecido a lo que sienten estos
profesionales: vértigo. Transmite el miedo al caer al vacío, ese sentimiento
que se siente en lugares donde nos encontramos incómodos. Hay escenas que te
impactan, y sin duda, ésta me estremeció.
La fotografía capta además el momento previo al salto. El
grado de concentración en ese momento es asombroso, ya que no mueven ni un
músculo. Por increíble que parezca, los profesionales alcanzan la tranquilidad
y la libertad en ese momento. Curioso que alcancen esa tranquilidad segundos
antes de jugarse la vida, ¿no os parece?
Como anécdota, cabe decir que justo detrás de las gradas de
la pista, unos metros más abajo, se encuentra el cementerio de la ciudad. No es
cuanto menos sorprendente que los deportistas que practiquen este deporte de
riesgo en esta ciudad, cuando vayan a saltar, vean a lo lejos cientos de
tumbas. Dosis extra de adrenalina. ¿No querías caldo? ¡Toma dos tazas!
Mr Fahrenheit
Mr Fahrenheit
La fotografía es impresionante. Me ha divertido el final de tu entrada. Muy bien.
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