miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Qué es el color? Difícil saberlo, y más después de leer este fragmento de Felix de Azúa.  El color NO es algo tangible, constante, fijo, objetivo, pero, ¿cómo se podría definir?
Como bien nos indica en el texto, a lo largo de la historia muchas son las personas que lo han estudiado, o bien lo han intentado clasificar, ya sea por el origen del color, o por dónde se vio por primera vez, en definitiva, por su biografía.
Sin embargo, el autor nos introduce unos factores problemáticos que ponen en duda todos estos estudios y clasificaciones acerca del color, ¿vemos todos lo mismo?, ¿somos capaces de captar la realidad tal y cómo es?  Basándose en teorías filosóficas del conocimiento como el idealismo o el perspectivismo, sugiere ya desde el principio si lo que vemos es en realidad lo “que hay ahí fuera” o bien todo lo que recibimos de la realidad nos llega “distorsionado”.        El color que vemos, ¿es el real? ¿Existe un color? Preguntas que son necesarias si queremos entender la conclusión a la que llega el autor.
Pero antes de llegar a esa conclusión, se nos plantea otro problema,  ¿vemos todos lo mismo?, ¿cómo sé si otra persona ve lo mismo que yo? No lo ve, ninguno percibe el color de la misma forma. Entra el perspectivismo en juego, cada persona percibe la realidad a partir de su contexto social, histórico, cultural, su personalidad, su entorno, sus miedos, … (recordemos el ejemplo del “verde” y el “Green”)
El color, más allá de ser una forma de ordenar el mundo que hemos establecido, es un reflejo de la personalidad del individuo que nos intenta transmitir algo. Tendemos a racionalizarlo y utilizarlo para dar un orden al mundo y un significado, cuando en realidad el color responde más al individuo y a su forma de ser que a algo “objetivo” o “igual para todos”.
 De ahí que para el autor, la pintura sea una forma de expresión mucho más eficaz que la verbalización, ya que se trata de un libro abierto sobre el artista, el cuál le da significado a los colores. Permite al artista reflejar el color como él lo ve, cosa que la verbalización no permite. “La pintura nos libera del sometimiento al color con que nos encontramos al nacer”. 
Finalmente pone ejemplos del uso del color en nuestras vidas, cómo este afecta a nuestro modo de vivir y percibir las cosas (por ejemplo, las sociedades autoritarias tendían a restringir los colores como método para controlar las masas).

El color es, por tanto, una figura, como dice el autor, que percibimos cada uno diferente y que sólo la pintura es capaz de reflejarlo, de ahí su importancia. Y es que cada  pintor, a través de su obra, nos cuenta mucho más que lo que se ve reflejado, nos enseña su visión de la realidad, de ahí la importancia de la pintura como método de comunicación. El color de por sí no existe, solo infinidad de percepciones. 
qoc95

1 comentario:

  1. Lo que me gustó de este texto, además de ofrecer una mirada sobre el tema, amplia y diversa, es que te suscita múltiples preguntas. Veo que a ti te ha sucedido algo similar. Bien por tu entrada.

    ResponderEliminar